Linderhof es otro Castillo del rey Luis II de Baviera, muy distinto a
Neuschwanstein. La afluencia de gente es menor por lo que no hace falta
reservar la entrada con antelación pero sí que recomiendo ir pronto para poder
aparcar con calma.
La carretera que va de Fussen a Linderhof, se adentra durante varios
kilómetros en Austria (no es necesaria la vignette) y bordea la orilla del
Plansee (el lago Plan). Ya solo por esto, vale la pena la excursión. Hay varios
sitios donde dejar el coche para hacer fotos y poder bajar al lago a pasear,
navegar o sencillamente descansar tomando algo mientras admiramos las vistas.
Precioso.
Poco después volvemos a entrar en Alemania y tras una carretera rodeada
de árboles, llegamos a Linderhof. Lo primero es comprar las entradas en el ticket
center, donde nos indicarán a qué hora empieza la visita al palacio. Calculad
unos 10-15 minutos hasta la puerta del castillo. El problema no es que esté
lejos y que haga subida, sino que ya por el camino empezamos a ver los
distintos pabellones que edificó el rey y nos entran ganas de escaparnos del
camino principal para hacer las primeras fotos. O bien podemos bajar hasta un
pequeño lago donde se pasean a sus anchas los cisnes. A diferencia de
Schwangau, aquí no vi servicio de autobús que pudiera acercarnos a la entrada. Así
que… a caminar.
Así como la visita a Neuschwastein y Hohenschwangau está cronometrada, aquí
podéis disfrutar de la visita con tranquilidad, quedaros perfectamente medio día
y comer al aire libre en uno de los múltiples bancos que encontrareis por el
jardín o en el bosque. Nosotros aprovechamos para tomarnos nuestros bocadillos
y zumos admirando el castillo desde el estanque, en unos bancos que había a la
sombra.
La visita guiada por dentro, te sabe a poco pero nos podemos hacer a la
idea de cómo era la vida entre esas paredes además de aprender algunas
anécdotas sobre el rey.
Así como en Neuschwastein había una sala ambientada como si fueran unas
grutas, aquí al disponer de mucho terreno, mandó construir una gruta de
dimensiones enormes a unos 5 minutos del castillo. Se trata de la gruta de
venus, donde disponía de calefacción y un lago artificial donde se
interpretaban las óperas de Wagner. Para llegar aquí basta con seguir las
indicaciones desde el castillo principal y en pocos minutos llegaremos a un
cartel en donde nos indicaran a qué hora está prevista la siguiente visita.
Mi recomendación es que una vez visitados los dos edificios principales, el castillo y la gruta, os perdáis por este bosque visitando las distintas edificaciones como por ejemplo el pabellón marroquí. Algunos pabellones ofrecen en su interior pequeñas exposiciones de pago.
También podréis hacer buenas fotos del castillo desde la parte alta del
jardín.
La verdad, es que disfrutamos más de esta visita que la de los castillos
de Schwangau. Lástima que no da tiempo en este viaje de visitar el tercer
castillo, Herrenchiemsee. Es el que más me gusta a mí pero está demasiado lejos
de Fussen. Otro año será.
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