Este verano
tuvimos el privilegio de pasar unas horas en este parque aprovechando nuestra
parada en Valence. La verdad es que ya me gustaría tener uno así en Barcelona.
El parque, de
unas 7 hectáreas, es de acceso gratuito. Nosotros entramos por la entrada que
hay al lado del Kiosco Peynet y el campo
de Marte. No me he leído la historia del parque pero no
me extrañaría nada que en este nivel estuviera la casa y el jardín se abriera
debajo de la escalinata de dos brazos. En el centro de la misma, cae una
cascada rodeada de flores. Me sentía como en un balcón admirando las vistas.
Precioso.
Tras bajar la
escalinata, ya sea por los escalones o por las rampas, llegamos a una gran
explanada de césped en donde había gente jugando al futbol, alzando las cometas
e incluso tomando el sol o merendando encima de unas mantas.
Como la gran
mayoría de parques que conozco, tiene un par de zonas de columpios separadas
por edades. Esto puede ser una tontería pero si no quieres que un niño que
triplica la edad de tu peque la empuje tobogán abajo por lenta, el tema se
vuelve importante.
Los más
aventureros, podrán recorrer parte del parque en un tren en miniatura. Si sois
mucha gente, podéis sacaros un bono de varios viajes ya que el viaje individual
no recuerdo cuanto era pero creo que entre los 3 se nos iban más de 10€ por
unos minutos de diversión. Así que nos abstuvimos de cogerlo.
Lo que sí es
gratuito y recomiendo encarecidamente es la zona alrededor del pequeño zoo. Es
lo que más nos gustó. Aparte de disfrutar de los animales, como por ejemplo
ciervos, podréis pasear alrededor del estanque buscando tortugas y peces.
Ideal para
relajarse antes de continuar el viaje hacia el próximo destino.
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